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Todo tiene movimiento

Estudiantes de enfermería de la UNLa realizan prácticas en Casa Roja para transformar el acceso a la salud de trabajadoras sexuales

17 julio, 2025

La Universidad Nacional de Lanús (UNLa) articula con la asociación AMMAR para que futuras enfermeras trabajen junto a trabajadoras sexuales. La iniciativa busca romper barreras en el sistema de salud y construir saberes colectivos desde el territorio.

En el barrio de Constitución, donde la calle es testigo de historias de exclusión y resistencia, la Casa Roja —espacio autogestionado por la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR)— se convirtió en un espacio de escucha y aprendizaje para estudiantes de la UNLa. Desde hace unos meses, estudiantes de la Lic. en Enfermería realizan allí sus prácticas preprofesionales con un enfoque particular : no llevar “soluciones iluminadas” desde la academia, sino escuchar y co-construir estrategias de salud junto a un colectivo históricamente desoído. “ Yo lo que veía era que era un espacio también donde había mucho para que las estudiantes pudieran incorporar esas lógicas de cuidado que habían desarrollado en Casa Roja “ cuenta  María José Luzuriaga (docente  investigadora de la UNLa)  La iniciativa “surge a partir de  la tesis de Lucía Manes, que era sobre la gestión de los cuidados en Casa Roja durante la pandemia. “  A través de este primer contacto es que surge la idea de que el “ taller integrador de prácticas en enfermería “ materia del último año de la carrera trabaje articulando con Casa Roja “el enfoque de la carrera tiene que ver justamente con generar profesionales que tengan una mirada con perspectiva de derecho y que puedan trabajar con las problemáticas del territorio “ explica Luzuriaga a Todo Tiene Movimiento.

Para las trabajadoras sexuales, acceder al sistema de salud no es una prioridad.Describe Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR “Primero necesitamos que la policía no nos lleve presas, después comer, pagar el alquiler… La salud viene cuando el cuerpo no aguanta más”. En Casa Roja, las demandas iniciales fueron legales y sociales —asesorías contra la violencia institucional, comedores—, recién luego apareció la urgencia sanitaria. “Nos venían con talleres de VIH y preservativos, pero nosotras teníamos compañeras con tuberculosis avanzada”, relata.

La tuberculosis, enfermedad ligada a la pobreza y el hacinamiento, ejemplifica las fallas del sistema: “Nadie nos explicó que el diagnóstico es con un esputo. Las compañeras tomaban ibuprofeno y seguían laburando”, señala Orellano. Frente a esto, la UNLa propuso un abordaje distinto: “no llegaron con encuestas. Vinieron primero a escucharnos con cuadernito en mano a decir, “Bueno, chicas, ¿ustedes por qué creen que las compañeras no van a un centro de salud ni a un hospital?” Y en base a eso después armaron el instrumento de la encuesta.”, destaca la referente de AMMAR.

Prácticas que rompen el extractivismo académico

El proyecto cuestiona el extractivismo de la academia —estudiar “desde afuera” sin devolver nada al territorio— y apuesta a la horizontalidad. “ Nosotras tenemos una mirada muy crítica  a la academia porque la academia durante muchos años ha tenido prácticas extractivistas “ explica Georgina “Cuando hablo de extractivismo, es decir, la academia siempre a nosotras nos ha estudiado desde  un lugar  de victimización, nos ha eh tenido como objeto de estudio.Vengo, te pongo el grabador, me llevo tu información y después no vuelvo.”

“Y nosotras le ponemos un valor al conocimiento que nosotras tenemos en la calle; nosotras somos entendedoras de por qué las compañeras, por ejemplo, no vamos a ir nunca a un centro de salud” , afirma Orellano. 

Ma. José Luzuriaga enfatiza que desde la mirada formativa de la UNLa : “Queremos profesionales que entiendan las problemáticas del territorio. No solo hospitales: la salud  también está donde los colectivos son invisibilizados”. Para ello, la UNLa amplió sus espacios de práctica,

El proyecto no es “asistencialista”. AMMAR exige derechos, no ser victimizadas: “No queremos solo preservativos, queremos salud integral”, subraya Orellano. La articulación con la UNLa apunta a incidir en políticas públicas. La salud debe construirse con escucha activa, sin prejuicios, y reconociendo el saber en lo  popular.
La experiencia en Casa Roja marca un precedente: formar enfermeras no solo en técnicas clínicas, sino con perspectiva de Justicia y DD.HH. En un país donde la salud sigue siendo un privilegio, estos pasos hacen posible pensar un sistema más inclusivo. 




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